Ilustración de Peter Oumanski para TIME
Ilustración de Peter Oumanski para TIME

Hace no mucho que se puso de moda una nueva dieta, la paleo. Ondera como ninguna, de un día para otro comer «a lo paleolítico» (porque de ahí viene el término paleo por si no lo sabían) se convirtió en la nueva panacea alimentaria para lograr cuerpos esbeltos, magros y fuertes.

La premisa de la dieta paleo se basa en una interpretación parcial de la historia de la humanidad, pero lo suficientemente sensata como para resultar tentadora. El argumento es que durante cientos de miles de años, los seres humanos comieron y vivieron de maneras que guardan poca semejanza con nuestros modos modernos de existencia y sólo hace 10.000 años surgió la agricultura, lo que equivale al 10% de la historia humana sobre el planeta.

Durante el otro 90% de nuestra humanidad, fuimos cazadores recolectores, y nos alimentábamos principalmente de frutos silvestres, hierbas, frutos secos, y uno que otro animal salvaje que lográbamos cazar cuando la fortuna nos bendecía con abundancia de comida.

Dado lo anterior, es lógico pensar que nuestros cuerpos no han tenido suficiente tiempo para adaptarse a este cambio en los patrones alimentarios que trajo consigo la agricultura, y que por eso hoy sufrimos las consecuencias infelices de ese cambio a través del estrés, obesidad, enfermedades y una sensación general de que nuestras formas primitivas eran probablemente preferibles.

La solución, según los defensores de la dieta paleo, es un retorno a nuestras raíces. Desde alinear los horarios de sueño con la salida y caída del sol hasta hacer ejercicio como nuestros antepasados (correr descalzo, escalar, levantar cosas pesadas, etc.) y por supuesto, cambiar lo que comemos. Comer una dieta paleo implica consumir mucha carne, así como huevos, frutas, nueces, semillas y vegetales, básicamente, los tipos de alimentos que se cree los cazadores recolectores comían en su época. Los lácteos, granos, legumbres y todos los demás productos alimenticios que no estaban disponibles en los días de cavernas están prohibidos. También lo están los alimentos con hormonas añadidas y aditivos artificiales como los azúcares procesados.

PALEO

El resultado sería un aumento milagroso en nuestra energía, agudeza mental, fuerza física, baja de peso y mejoramiento de la salud en general.

Pero no todo tiempo pasado fue mejor, y mi misión en este artículo es desmitificar los preceptos sobre los que se basa esta nueva moda alimentaria. En primer lugar, vuelvo al punto que mencioné anteriormente sobre que la dieta paleo se basa en una interpretación parcial de la historia de la humanidad.  Básicamente es selectiva en sus datos, y muestra sólo el lado que hoy nos parece atractivo de una cultura de hace miles de años, y de la cual probablemente la gran mayoría de las personas no tiene idea como fue realmente. En ningún momento hace referencia a las dificultades para sobrevivir en esa época, la vulnerabilidad de esos primeros seres humanos frente a la naturaleza, la corta expectativa de vida, ni la falta de medicina como la conocemos hoy para hacer frente a las infecciones y enfermedades.

Los hombres y mujeres paleolíticos no comían lo que comían por preferencia o porque los haría más esbeltos y saludables. Era lo que tenían para comer y punto. Los verdaderos expertos en nutrición de la Edad de Piedra postulan que nuestros antepasados consumían una dieta mucho más vegetal de lo que se cree, con gran variedad de plantas según disponibilidad, y un alto contenido en fibra de hasta 100 gramos al día (en la actualidad, una dieta occidental promedio tiene aprox. 15 gramos de fibra diaria).

Los hombres de las cavernas ​​también comían muchos insectos como fuente de proteínas. Hay evidencias arqueológicas de que probablemente también comieron algunos cereales salvajes  hace 100.000 años o más. Y, por supuesto, la carne que comían era solo de animales salvajes (no había domesticación aún) y en pocas cantidades, cuando eran capaces de cazar algún animal que se hacía durar hasta el último hueso.

mamut paleo

Hoy el comer paleolítico se interpreta como una dieta basada principalmente en carne, lo cual es un error por varias razones. De partida no es sostenible; no hay suficiente carne para alimentar a todas las personas con una dieta así, y pensar en lograrlo significaría un impacto tremendo al medio ambiente que nos terminaría destruyendo antes de llenar todos los platos del mundo con un bistec para la cena.  Por otro lado es una dieta cara; llenar el plato con proteínas animales de buena calidad al desayuno, almuerzo y cena genera un impacto significativo al bolsillo también. Pero además, la composición de la mayoría de la carne en el sistema alimentario actual no tiene nada que ver a la carne de mamut salvaje que se comía hace cientos de miles de años. Tampoco había hamburguesas, ni tocino, ni salame. Y ni hablar de barritas paleo cargadas de proteínas sintéticas.

Una dieta alta en proteínas, como lo que postula la dieta paleo, a la larga puede traer consecuencias negativas para la salud. Un exceso de proteínas hace trabajar de manera más fuerte a los riñones y el hígado, y finalmente es una forma desbalanceada de comer. No hay razones científicas que justifiquen eliminar los granos integrales, las legumbres y los lácteos de la dieta a menos que tengas una enfermedad que lo amerite. ¿Por qué entonces se dice que es buena para la salud y que trae tantos beneficios?

La mayoría de los alimentos no saludables están excluidos de la dieta paleo, y no se permiten las calorías vacías de snacks y comida chatarra, a lo cual se le puede atribuir la mejora en salud que presentan las personas que inician esta dieta. Hoy la dieta occidental promedio es una dieta cargada a los azúcares refinados, las grasas de mala calidad y la comida chatarra. Frente a ese escenario, cualquier dieta que reduzca el consumo de alimentos ultraprocesados será mejor para la salud y para revertir las enfermedades que generan los patrones alimentarios modernos.  Pero en verdad, si le sacamos ese tipo de productos a cualquier dieta, es probable que veamos los mismos beneficios de salud en la persona, siga o no una dieta paleo.

paleo donut bar

Si eres de las personas que cree en dietas de moda o tendencias alimentarias, ¡pues adelante! Internet está lleno de menús paleo para probar, cuentas de instagram para inspirar, y fotos en pinterest para babear. Creo firmemente en la experimentación y en probar qué le funciona a cada persona, especialmente a la hora de comer.

No obstante, por mi lado, sigo creyendo fielmente que este tipo de dietas son modas pasajeras y al ser tan restrictivas están destinadas a fracasar. No hay nada que me genere más neurosis que ver a alguien decir «no puedo comer eso porque soy paleo (o vegano, o gluten free, o lo que sea)», y ver a esa misma persona un par de meses después justificando su abandono y adhesión a la siguiente dieta de turno.

Mejor asumamos pronto que comer es mucho más simple de lo que nos han hecho creer. El mantra de Michael Pollan lo resume perfectamente: «Come comida. No demasiada. Sobre todo plantas». En la variedad y las cantidades están las claves del éxito; de todo pero poquito.