Seguramente ya habrán escuchado mucho acerca de los productos orgánicos, y que consumirlos es mucho más sano, ¿no? Si estás al tanto de este movimiento que crece a pasos agigantados en el mundo, seguramente en algún momento habrás pensando en hacer un cambio a una dieta 100% orgánica, lo cual es maravilloso, pero a veces no tan fácil.
Un cambio de dieta conlleva cambios mucho más profundos, que finalmente se traducen en la transformación de nuestro estilo de vida, y es aquí cuando a veces nos resulta más difícil de sostener en el tiempo. Antes de cambiarte a una dieta 100% orgánica te invito a reflexionar sobre lo que esto implica, y como avanzar paso a paso en este camino de transformación hacia una alimentación más consciente.
- Pros
Quizás uno de los argumentos más fuertes a la hora de optar por productos orgánicos tiene que ver con los beneficios para nuestra salud. A esta altura del partido ya no podemos negarnos al hecho de que la gran industria agrícola usa y abusa de pesticidas en el proceso de cultivo de frutas y hortalizas, los cuales a la larga no son inocuos para nuestro cuerpo.
En ese sentido, al consumir productos orgánicos nos aseguramos que estamos recibiendo alimentos sin pesticidas y que por tanto son mejores para nuestra salud. La buena noticia es que como el mercado está cada vez más desarrollado, hoy en día podemos encontrar cada vez más alternativas. Ya no sólo existen las frutas y verduras orgánicas, sino que también los vinos, los chocolates, pan, café, productos de despensa, etc., por lo que el camino hacia una alimentación 100% orgánica hoy es más fácil que hace cinco o diez años.
Otro de los beneficios que tiene el comer orgánico es el impacto ambiental positivo que esto genera. Muchas veces los productos que compramos con esta certificación pertenecen a pequeños productores agrícolas que están tratando de trabajar la tierra de manera más amigable para el planeta, por lo que nuestro apoyo a la hora de la compra significa un voto de confianza y aliento para que puedan seguir en su misión.
Los productos orgánicos también son más nutritivos. Si bien es un argumento que siempre se ha rebatido, el British Journal of Nutrition el 2014 publicó un estudio en el que se estableció que las frutas y verduras orgánicas tienen más antioxidantes que las convencionales. Si lo llevamos a una dieta convencional, para obtener la misma cantidad de antioxidantes tendríamos que comernos 2 porciones extras de frutas y verduras al día.
Finalmente, las frutas y verduras orgánicas son deliciosas. Son más sabrosas y están mucho más frescas que las de los supermercados ya que cuando compramos directo al productor, el período que pasa entre que fueron cosechadas y tu consumo es más corto.
- Contras
Uno de los indudables argumentos a la hora de consumir productos orgánicos es su precio, lo cual los convierte en un lujo para muchas familias. El precio de las frutas y verduras orgánicas que se venden en supermercados es exorbitante, y así también el de los productos envasados, que además muchas veces son importados.
Este último punto también tiene relación con otro elemento, que es el de los kilómetros que recorre nuestra comida. Si nuestro objetivo es generar un impacto positivo a nivel ambiental, comer productos orgánicos envasados que vienen del otro lado del mundo es un poco contraproducente, ya que el transporte necesario para que lleguen a nuestras mesas genera una huella de carbono enorme.
Es importante también comprender que muchas veces el hecho de que un producto sea orgánico no significa que sea sostenible en el largo plazo. Hoy cada vez más aparecen los monocultivos orgánicos, que a la larga no cambia mucho el panorama de la agricultura en términos de la recuperación de suelos y el manejo de plagas. Sólo se reemplazan productos químicos con otros productos menos químicos que están permitidos por las certificaciones, pero no hay un cambio significativo en la forma de producción de los alimentos.
Por otro lado, el tener que ir a mercados especiales que sólo abren una o dos veces a la semana también es un elemento complejo para muchas familias que no tienen el tiempo específico en esos días de feria, lo que los distancia de la posibilidad de comer orgánicos todos los días.
Finalmente, otra razón por la cual algunas personas no les gustan los productos orgánicos es que sienten que las frutas y verduras son muy pequeñas y feas. Lamentablemente el supermercado nos ha costumbrado a la ilusión de que todos los productos frescos son perfectos y brillantes, lo cual en la realidad campesina no es así.
- ¿Con qué me quedo?
Habiéndoles expuesto los argumentos principales de cada lado, les cuento un poco sobre mi opinión al respecto.
Personalmente me encantan los productos frescos orgánicos y todo lo que acarrea el concepto de consumo orgánico a pequeña escala. Me fascina que existan circuitos más cortos, donde puedes conocer al productor de tu comida, y donde uno puede saber que lo que está comprando es de buena calidad y no viene contaminado con pesticidas.
Los prefiero a como de lugar, sin embargo, no soy una gran consumidora de productos orgánicos todo el tiempo, ya que efectivamente son un poco más caros de lo que en este momento mi bolsillo puede pagar, y además las ferias orgánicas me quedan lejos, lo cual implica subirme al auto y hacer un viaje especial. Así que con el tiempo he aprendido a priorizar mis compras y seleccionar qué es lo que de verdad me importa comprar orgánico y qué puedo flexibilizar.
Soy de las pocas afortunadas de tener una feria tradicional al lado de mi casa, donde no sólo tienen increíbles frutas y verduras de estación, sino que también pescados, mariscos y quesos. Me demoro 3 minutos caminando y encuentro todo lo que necesito para el día a día, y esa cercanía y facilidad me es difícil de cambiar.
Cuando puedo me doy un gusto con algunas cosas orgánicas como el aceite de coco, la avena, algunos berries, etc., los cuales tengo que comprar en diferentes lugares, pero no me importa. Lo que si no transo son los huevos, la carne y el pollo. Y ni siquiera, ya que en verdad me importa más que los animales hayan sido criados en libre pastoreo a que hayan tenido una alimentación 100% orgánica, lo cual por lo demás es casi imposible de sostener para los productores.
- ¿Como hago la transición?
Los cambios drásticos rara vez son sostenibles en el tiempo, por lo que si quieres empezar a andar en el camino de la comida orgánica mi recomendación es ir incorporando elementos de a poco.
Parte con los huevos, y quizás unas semanas después incorpora la avena, luego algunas frutas, y así. Anda viendo como se ajusta tu bolsillo y tus tiempos, y según eso luego de unos meses puedes procurar que una de tus comidas al día sea 100% orgánica por ejemplo. Y así hasta que logres hacer la transición completa.
Para las frutas y verduras puedes buscar alternativas de circuitos orgánicos no certificados, o cajitas a domicilio, lo cual también las hace un poco más baratas y convenientes. Olvídate de los productos orgánicos de supermercados, que son demasiado caros y probablemente no tan frescos.
La otra opción es guiarte por la tabla de los «Dirty Dozen y Clean Fifteen», algo así como los 12 sucios y los 15 limpios, que identifican a aquellos productos frescos con la mayor y menor traza de pesticidas respectivamente:
Si tu presupuesto te alcanza para una dieta 100% orgánica, go for it! Sin duda es lo mejor y a la larga estarás invirtiendo en tu salud. Pero si no te da el bolsillo para llenarte la casa de productos orgánicos tampoco es para morirse. El hecho de comer una dieta principalmente en base a plantas y productos frescos ya es beneficio suficiente para tu cuerpo. Si además esas plantas pueden ser orgánicas, mucho mejor, pero la diferencia incremental entre unas y otras no es tan significativa como la diferencia que hay entre comer sólo comida envasada y procesada y una dieta en base a productos frescos y verduras (aunque sean convencionales). Por lo tanto, haz lo que puedas y disfruta de la comida rica que al final de eso se trata.