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¿Qué Comer?

 

What to eat

Últimamente me he encontrado con cosas súper impactantes en internet en torno a lo que la gran mayoría de la gente come hoy en día. Desde noticias como esa que encontraron carne de caballo en unas hamburguesas de los supermercados Tesco y Iceland en Ingalterra, hasta documentales sobre los números E, aquellos códigos impuestos a los aditivos alimentarios que se encuentran normalmente especificados en las etiquetas de los alimentos procesados (y si…habemos personas que nos tomamos el tiempo de leerlas antes de comprar!)

¿Dé donde vienen nuestros alimentos? ¿Cómo han sido procesados? ¿Sabemos qué contienen y cómo esos ingredientes afectan nuestra salud? ¿Somos conscientes de lo que estamos consumiendo y de sus efectos? ¿Podemos cambiar la forma de alimentarnos y vivir mejor? Cada vez me interesa más saber qué comemos, cómo nos alimentamos, cuáles son las dinámicas de la industria alimenticia y como eso finalmente se refleja en nuestro cuerpo y espíritu .

¿Por qué es importante hacerse estas preguntas y pensar lo que comemos? La comida es esencial para la vida, y es un elemento fundamental en nuestra identidad cultural. Juega un rol relevante en el desarrollo de las economías locales y globales, y es sabido que lo que comemos tiene un impacto directo sobre nuestra salud y bienestar físico-emocional. Sin embargo, lo que no se conoce mucho aún son los impactos que nuestras decisiones alimenticias tienen sobre nuestro entorno y los recursos naturales del planeta.

Al igual que la energía que usamos para calefaccionarnos, el tipo de autos que compramos para movernos, y el destino final que le damos a nuestros residuos, la comida que producimos y comemos tiene impactos ambientales y sociales significativos que no podemos ignorar. Desde la cantidad de agua que se utiliza para riego, al uso de la tierra, los gases de efecto invernadero generados en el proceso, la deforestación asociada a ciertos cultivos, el uso de pesticidas y fertilizantes, hasta las condiciones laborales de los trabajadores agrícolas, son factores que debemos tener en cuenta a la hora de elegir qué comer.

Sustentabiliad en la cadena alimenticia jpg (Dic 2013)

Nuestras decisiones de compra son un premio que le entregamos a los productores, todos los días en la caja del supermercado. Es un voto de validación de sus prácticas agrícolas, productivas y ambientales, por lo que a la hora de comprar debemos estar informados como consumidores y exigir que en la ecuación final también sean incorporados criterios de sustentabilidad, que permitan que la producción de alimentos que disfrutamos hoy, también la puedan disfrutar las próximas generaciones.

Todas nuestras acciones tienen consecuencias; algunas más duraderas que otras pero finalmente todas nos impactan de alguna manera u otra. Cuando una persona en Inglaterra decide ahorrar dinero y comprar la opción más barata de un pack de 6 hamburguesas por 1 libra esterlina ($740 clp) en un supermercado como Tesco o Iceland, no se preguntará ¿por qué es tan barata la carne que está llevando? ¿No se cuestionará que si paga ese precio tan bajo (que incluye el margen de utilidades de los supermercados) la ganancia del productor debe haber sido bajísima o casi nula? ¿No se preguntará dónde se abarataron los costos para lograr esos resultados? ¿No se sorprenderá cuando luego se hace público que esas hamburguesas tenían carne de caballo?

La buena alimentación debería ser parte de la educación básica que recibimos en los colegios. Desde pequeños se nos debería enseñar a entender la cadena alimenticia y saber detectar inmediatamente aquellos productos sospechosos con externalidades negativas escondidas. Se nos debería enseñar a leer las etiquetas de los productos y entender que son todos esos números E, las siglas extrañas, y los componentes químicos que contienen. Se nos debería ayudar a entender qué efectos tienen todos estos aditivos en nuestro cuerpo en el corto, mediano y largo plazo. Se nos debería recordar los ciclos de la naturaleza y el amor por lo natural, y la capacidad de sanación que tiene los alimentos puros.

En línea con esta idea la FAO define como sustentabilidad alimenticia, «la capacidad de asegurar, en determinado plazo, que los niveles de suficiencia, estabilidad y autonomía alcanzados, no impliquen un deterioro tal de los recursos naturales, renovables y no renovables, que hagan imposible el sostenimiento de las condiciones deseables del sistema alimentario en el largo plazo, afectando la seguridad alimentaria de las generaciones futuras.»

La principal urgencia de hoy es resolver el problema de cómo alimentaremos a los 9 billones de personas que poblarán nuestro planeta el año 2050, teniendo en cuenta que sólo contamos con un planeta y recursos finitos, muchos de los cuales ya están alcanzando sus límites históricos (ej. petróleo, agua, tierra cultivable).

Foto de portada: http://www.foodpolitics.com/wp-content/themes/foodpolitics/images/bk5.jpg?a=3

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